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Gerardo Pérez Céspedes - Rose Cabreira
Nydia Martínez - Lorena Domenichelli
Loreley Molinelli - Lidia Balbuena
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Ofelia Marín - Silvia Zúñiga
Noemí González - Gabriela Ruibal
Página personal de Dibujo y Pintura
Gerardo Pérez Céspedes - Rose Cabreira
Nydia Martínez - Lorena Domenichelli
Loreley Molinelli - Lidia Balbuena
Ofelia Marín - Silvia Zúñiga
Noemí González - Gabriela Ruibal
Te llevo guardada
con las cosas que perdí
y que amaré siempre.
Te siento en la llama
de la vela que encendí
por que vivas siempre.
Ya soy la memoria
de los años que viví
dormido en tu vientre.
Todo fue y se fue,
y aunque nada ya será
un consuelo muerde:
la felicidad
es un aroma del tiempo
que nunca se pierde
Te siento en la llama
de las cosas que perdí
dormido en tu vientre
Ya soy la memoria
de la vela que encendí
y que amaré siempre
Te llevo guardada
en los años que viví
porque vivas siempre.
Todo fue y se fue,
y aunque nada ya será
un consuelo muerde:
la felicidad
es un aroma del tiempo
que nunca se pierde.
Mario Barité
Ah, noche misteriosa
deja ser,
libera al insomnio
el poder conocernos.
Horas de ver
sin velos
lo íntimo
lo oscuro se transforma
refulge como el oro
como pan
como lo que hace falta
para quitarle sombra
a este estar en la tierra
La noche es también de Dios.
Ana Laura Chouhy Gonella
Hacen falta la ternura, la inteligencia y la firmeza.
El hombre será libre y feliz viviendo en armonía con su entorno.
Abracemos el mundo, siendo un todo con el río, el viento y el árbol.
Dejemos que nuestro corazón busque el camino del encuentro.
Desde esa conjunción divina avancemos hacia la plenitud.
Nilda Cristina Quijano Figueredo
Todo regresa.
Trama tu paisaje con lo que puedas.
Con lo que otros esquivan o desechan.
Esa es la ley.
Haz poesía con eso.
Pinta con eso.
Pon tu mano en lo que no se ve.
Ríndete sólo ante lo bello.
Haz del silencio bendición
y del deseo compost para que nazca el beso.
El arte y la tierra serán
la suerte última de lo que ha nacido.
Todo regresa, esa es la ley.
Somos una dispersa manada de alimentos.
Así, el día que te marches
te irás, sin irte.
Gerardo Pérez Céspedes
Preguntaba el ruiseñor a sus cantos,
Delta Enid Figueroa Latoni
El espanto atravesó el océano
ante el desconcierto de las miradas.
Atroces cascos invadían la calma
para anidar en cuerpos desvalidos;
devorando impunemente
cada hueco
cada intersticio.
Sólo la distancia podría menguar
de uno en uno,
para ganar la guerra.
Quizá un metro de luz,
tan sólo un metro…
Bastaría galopar hacia atrás,
quemar el miedo
y dejar que una lluvia de piedad
lavara el mundo.
Nelsa Díaz Wais
Apenas se insinúan los primeros rayos de sol.
Cuando ya el rocío, deja caer perladas gotas sobre los altos pinos y elevadas montañas.
La naturaleza y el hombre, formando un lazo indescriptible, haciendo con su presencia, el motivo principal de la vida.
Piedras, agua, árboles, todo parece mezclarse, haciendo un universo, de clamor, casi salvaje.
Gladys Elena González
Si mañana no amanece
Si el ocaso se funde en mi piel marchita
Y al color morado lo confunde
Con una parte de su cielo
Mientras recorre el caos
Entre sueños golpeados
Y sonrisas piratas.
Si mi cuerpo violáceo
Ya no deja ver el blanco
Le arrebataron la inocencia
Y desgarraron la consciencia.
Si los ríos no alcanzan
Para limpiar la carcasa
Que ya no brilla.
Y no bastan las lunas
Para arrullar la voz
Que de una bofetada
Cesó su color.
Si llega mi condena
Por ser rosa
Y el crepúsculo cómplice calla mi ausencia
Buscame en una flor
Gritá mi nombre
Usala de espada
Gritá
Aquí estoy.
Camila Silva
De esa noche en que Adán habló de sus recuerdos y tristezas ya habían pasado muchos años, (él se aproximaba a los trescientos años de vida y ella, obviamente, también). Ya casi no trabajaban, sus hijos no estaban cerca, pero todos los vivientes tenían que ver con ellos dos.
¿Cuál sería el final de ambos?
De golpe recordó algo: Adán estaba sentado debajo de los árboles disfrutando del sol tibio de la primavera. Se acercó a él.
Era un día en el que ella se había sentido feliz, casi como si pudiera volar…
Adán levantó la vista y le dijo:
-Hoy pareces más bella que nunca - Vio que traía en sus manos una cajita de madera muy bellamente decorada
-¿Qué es lo que traes allí?
-Mira dentro…
Adán quedó pálido y tembloroso; no podía creer lo que veía: dentro lucía como recién cortada de aquel fatídico árbol una de aquellas manzanas, tan lozana y fresca como si el tiempo no la hubiera tocado.
-Eva- dijo él - ¿tu pudiste extraer una?
Y ella respondió:
-Si. ¿Por qué no? Después de todo, éramos también amos de aquel lugar.
Y, sacando la manzana, se la ofreció:
-Mi amor, ¿qué te parece si comenzamos todo de nuevo?
Miriam Nieddu
A las seis de la mañana
marcaba todos los días.
La luna de su barriga
su esperanza delataba,
sólo por esta vivía…
De los telares, el fragor,
fue primer canción de cuna
y en el frío de aquel galpón
abrigabas mi corazón
con telas de nueve lunas.
Roberto Meneses Rosa
Qué misterio la luz
cuando nos hace sentir
que por algo estamos vivos
Qué misterio la muerte
con sus secretos escondidos
Qué dicha iluminada, la mía
cuando de noche
te apareces en mis sueños
Cuando tomas mi mano
y al oído me decís
- Que duermas bien
Hasta mañana
Amor mío !!!
Leodoro Daniel Martinez
Nutro la raíz abundante de memorias contigo
yendo a encontrarme con recuerdos especiales
donde se afianzan pactos de amistad.
En un tiempo de mi tiempo de raíces nutridas,
tu distancia huele a desconocimiento y
abandono.
A veces ilusión junto a Morfeo,
cómo se dará nuestro reencuentro.
Vos para mí tan conocida,
yo para vos tan extranjera.
Entonces despierto y asumo
que mi memoria es la de ambas,
y el resto es desierto sin oasis.
Lorena Domenichelli
Abierta al derrame lunar y solitaria de muchas soledades, aquella noche, del más duro verano, parecía empeñada en estirar su pereza hasta las mismas puertas de su clausura.
La calle de Los Lirios, también en soledad, descansaba sobre un blanco silencio.
En un testimonial caserón de la hueca y lejana gloria de aquel barrio, una pesada puerta se abrió, sigilosa y lenta, como respondiendo a una fuerza invisible.
Sombreada, infinitamente irrepetible debajo del alero, comenzó a dibujarse, en el marco lunar de la contrapuerta, el abrazo de una pareja.
La mujer, madura, esbelta, cubierta apenas con ropas muy sueltas, quizá suplicante, acaso sin aire en el prólogo de un vacío, abrazaba fuerte con una mejilla reposada en el pecho de un hombre.
De aquel recorte compacto de sombras sobresalía la cabeza erguida del hombre. Parecía ausente del abrazo, la mirada perdida en la calle blanca, como registrando un silencio levemente hostigado por una duermevela de perros, escalonada y lejana.
Mantuvo por unos minutos aquella mirada, intentando hacer rulos con sus dedos en el desorden de la cabellera de la mujer.
Luego la abrazó más fuerte, dijo algo muy suave con ese cantito sentimental que, habitualmente, en una probable combinación de benévolas mentiras, temores y promesas, suelen prevalecer en el desconcierto de las despedidas.
Siguió abusando de aquellas medias voces al tiempo que sus manos, lentamente, como esforzadas en disimular gestos torpes, como requeridas a sustituir palabras inútiles y estúpidas, comenzaron a desdibujar la figura en una sucesión de siluetas, infinitamente irrepetibles también.
Miguel Longo
¿Hacia dónde vagas alma mía?
No alcanzo a seguir tus huellas
Saltas, corres y te estrellas
Entre piedras y raíces, te desvías.
Quisiera palpar tu loco destino
rumorosa y verberante, fuente infinita,
en mil gotas cristalinas tu esencia palpita.
Cual brioso corcel devorando el camino.
Vas delante enhebrando sueños,
casi como el fuego consume los leños.
Quiero atraparte con tal frenesí,
que, en mi intento, ya te siento mía.
Voy a tientas confiada en mi porfía,
me descanso y otra vez, de nuevo te perdí.
Marta Estigarribia
En una alquimia de viento y sal
dejaré que mi llanto naufrague
en tu delirio de espuma.
Mientras el horizonte abre grietas
para guardar los nombres
de quienes ya no están,
aquellos que dejaron huellas
en tu arena y en mi piel.
Y cuando el rumor de sus voces
cabalgue tus olas y mi tiempo
se vuelva temblor de agua y sol,
dejaré que mi llanto naufrague
en tu delirio de espuma.
Martha Barrientos
Aparecen mariposas
que aletean
desde el vientre
y palabras cercanas
asaltan recuerdos
vuelven las ganas
Mariposas que aparecen
aletean
trepan
se agolpan
y copan el pecho
y alcanzan las bocas
Mariposas aparecen
aletean
y aguardan ansiosas
en busca del momento
en que tu boca
sea mi boca
Fredy Wilson Acosta Techera
Las Galácticas son hermanas
que se mecen con gracia en la ronda.
Belleza, júbilo y abundancia es su lema.
¿Cuál será el nuestro, Hermanas?
Las Galácticas nos convocan
a danzar en su universo de color
Ante semejante inmensidad
¿fallará nuestro horizonte, Hermanas?
Vivimos con una certeza
fragilidad, desintegración y olvido.
En nuestra humana deriva
¿un abrazo podría sostenernos?
Laura Domínguez
Pequeña y frágil, parecías un diminuto farolito, lucías orgullosa entre las hojitas verdes del pequeño árbol.
En los días, en que volvió el frío, el viento y la noche se hizo helada, creí que te vería derrotada, pero tú seguías ahí, pegadita a la rama del granado.
Luego nuevamente temí por ti, pensé que no soportarías, aquel granizo inoportuno de primavera, que te golpeó algunos minutos sin piedad. Corrí para saber cuál había sido tu suerte, y te vi triunfante, estabas allí, “sigue así, sigue valiente que vencerás”, en susurros te dije.
Llegaron luego, días cálidos, tranquilos, de sol. Días de aroma, días en que todo era alegría, las abejas y las mariposas, volaban de aquí para allá posándose en todas las flores del jardín, también a ti te visitaban, para libar de tu néctar, ¡que imaginé el más dulce de todos!
Fue muy pronto cuando observé, que te convertiste en un pequeño botoncito verde, dejando en libertad los pétalos rojos, para que volaran libremente con el viento de la mañana, tiñendo el suelo con suspiros de ilusión.
Volví a hablarte, “hermosa transformación”, ¡te confesé admirada!
Cada día iba expectante hasta tu árbol, para observar esa maravillosa metamorfosis, ahí estabas, creciendo rápidamente, vigorosa y sana.
Luego me preocupó, el viento arrachado que de pronto llegó y que alegría ver, que seguías fuertemente pegadita a la rama que te sostenía.
También esos días pasaron, nuevamente regreso el sol y el calor, fue así, que de pronto te vi convertida en una fruta adulta, de cáscara árida y cada vez más dura, totalmente cerrada, impidiendo que nada ni nadie, invadiera tu mundo interior.
Transcurrieron las semanas, creciste enormemente, la rama que te alimentaba, se dobló por tu peso.
Un día, al acercarme, vi en tu superficie una con profunda grieta, era una enorme herida dolorosa.
Luego comprendí, que te habías abierto al mundo, mostrando esos granos rojos brillantes, unos al lado de los otros, jugosos, tentadores, llenos de color y de vida.
Fue así como lograste tu victoria, don de la divina naturaleza, pronto dejarías libre tu fruto, para que poco a poco se esparcieran por en tierra, para dar lugar a nuevas plantas, a nuevos hijos de tus entrañas de árbol, nuevas vidas de la madre tierra, nuestra querida Pachamama.
Lydia M. Balbuena
Se reveló como la sombra de un pájaro gigante, un ave de rapiña o un vampiro, dijeron los más pesimistas. Y así permaneció con las alas extendidas, primero fueron las tinieblas, luego ocultó al sol, y poco a poco ensombreció la vida.
Frágiles, las flores fueron las primeras víctimas, se desprendieron de sus tallos y cayeron rompiéndose los pétalos, murieron olvidadas.
Las puertas temerosas se rindieron ante el invisible peligro y se cerraron. Mientras, el miedo se iba apoderando del cuerpo y el alma de los humanos.
Encerrados no lograron prever las consecuencias de ese nuevo mundo. Sin darse cuenta fueron involucionando, doblegados de soledad, desnudos de protección regresaban al estado fetal refugiándose en el nido materno.
Todo fue oscuridad y tibieza. Tal vez un día cualquiera, un milagro los daría de nuevo a luz devolviéndoles la vida robada.
Sylvia Zúñiga
Solitaria
como una roca del olvido
en la arena de aquella playa
junto al mar que todo lo entrega
y todo se lleva
deja la nostalgia
del día en que tú y yo
disfrutamos del amor prohibido
que naufragó cual barco en alta mar
sólo queda la risa sarcástica
estridente
que lastima el recuerdo.
Gabriela Ruibal