El Color y la Letra

 




Lis Nielsen - Mario Barité 



Ana Laura Chouhy - M. Cristina Canel



Lucía Bobadilla - Marcelo Sommer



Cristina Quijano - Guillermo Büsch


Gerardo Pérez Céspedes - Rose Cabreira



Delta Figueroa - Marcela Conde



Sara Minster - Nelsa Díaz Wais



 M. Cristina Buadas - Gladys Elena González



Camila Silva - Triana Domínguez



Fabiana Sosa - Miriam Nieddu



Roberto Meneses - Edgardo Rissotto



Mariel Giménez - Leonardo Martínez

Nydia Martínez - Lorena Domenichelli



Sonia Núñez - Miguel Longo



Wilder Magallanes - Marta Estigarribia



Marta Barrientos - Regina Fernández



Andrea Fitipaldi - Fredy Wilson Acosta





Laura Dominguez - Cecilia Rodríguez



Loreley Molinelli - Lidia Balbuena


Ofelia Marín - Silvia Zúñiga


Noemí González - Gabriela Ruibal





Aroma del tiempo

Te llevo guardada

con las cosas que perdí

y que amaré siempre.

Te siento en la llama

de la vela que encendí

por que vivas siempre.

Ya soy la memoria

de los años que viví

dormido en tu vientre.

Todo fue y se fue,

y aunque nada ya será

un consuelo muerde:

la felicidad

es un aroma del tiempo

que nunca se pierde

Te siento en la llama

de las cosas que perdí

dormido en tu vientre

Ya soy la memoria

de la vela que encendí

y que amaré siempre

Te llevo guardada

en los años que viví

porque vivas siempre.

Todo fue y se fue,

y aunque nada ya será

un consuelo muerde:

la felicidad

es un aroma del tiempo

que nunca se pierde.


Mario Barité

Noche misteriosa

Ah, noche misteriosa       

deja ser,

libera al insomnio

el poder conocernos.

Horas de ver

sin velos

lo íntimo

lo oscuro se transforma

refulge como el oro

como pan

como lo que hace falta

para quitarle sombra

a este estar en la tierra

La noche es también de Dios.


Ana Laura Chouhy Gonella

Universo

 Todo es fragmento

Incluso el todo

En cuanto arbitrio

De la imperfección


Marcelo Sommer

Entre todos

 Hacen falta la ternura, la inteligencia y la firmeza. 

El hombre será libre y feliz viviendo en armonía con su entorno. 

Abracemos el mundo, siendo un todo con el río, el viento y el árbol.

Dejemos que nuestro corazón busque el camino del encuentro. 

Desde esa conjunción divina avancemos hacia la plenitud.


Nilda Cristina Quijano Figueredo

Tramas

Todo regresa.

Trama tu paisaje con lo que puedas.

Con lo que otros esquivan o desechan.

Esa es la ley.

Haz poesía con eso.

Pinta con eso.

Pon tu mano en lo que no se ve.

Ríndete sólo ante lo bello.

Haz del silencio bendición

y del deseo compost para que nazca el beso.

El arte y la tierra serán

la suerte última de lo que ha nacido.

Todo regresa, esa es la ley.

Somos una dispersa manada de alimentos.

Así, el día que te marches

te irás, sin irte.


Gerardo Pérez Céspedes

¿Qué pasa con el otoño?

 Preguntaba el ruiseñor a sus cantos,

¿Qué impulso hace crecer al cosmos,
con melodías a su esencia?

Cuando los sueños olvidan
que el Otoño transforma
su espera en mariposa,
donde hombres danzan
desde las cimas de los vientos,
atravesando un entorno callado
para sobrevivir su travesía
y brotar como árboles
que guardan en brazos
la llegada de sus pájaros.

Y la ceremonia conversa con 
los seres transformados
por los cambios escritos
en las profundidades de los hombres
para disfrutar los cantos
de los Otoños del alma,
y lograr tocar la orilla del infinito.

Delta Enid Figueroa Latoni

Distancia

El espanto atravesó el océano

ante el desconcierto de las miradas.


Atroces cascos invadían la calma

para anidar en cuerpos desvalidos;

devorando impunemente

cada hueco

cada intersticio.


Sólo la distancia podría menguar

de uno en uno,

para ganar la guerra.


Quizá un metro de luz,

tan sólo un metro…


Bastaría galopar hacia atrás,

quemar el miedo

y dejar que una lluvia de piedad

lavara el mundo.


Nelsa Díaz Wais

Apenas ...

 Apenas se insinúan los primeros rayos de sol.

Cuando ya el rocío, deja caer perladas gotas sobre los altos pinos y elevadas montañas.

La naturaleza y el hombre, formando un lazo indescriptible, haciendo con su presencia, el motivo principal de la vida.

Piedras, agua, árboles, todo parece mezclarse, haciendo un universo, de clamor, casi  salvaje.


Gladys Elena González


Si no amanece

Si mañana no amanece

Si el ocaso se funde en mi piel marchita

Y al color morado lo confunde

Con una parte de su cielo

Mientras recorre el caos

Entre sueños golpeados

Y sonrisas piratas.

Si mi cuerpo violáceo

Ya no deja ver el blanco

Le arrebataron la inocencia

Y desgarraron la consciencia.

Si los ríos no alcanzan

Para limpiar la carcasa

Que ya no brilla.

Y no bastan las lunas

Para arrullar la voz

Que de una bofetada

Cesó su color.

Si llega mi condena

Por ser rosa

Y el crepúsculo cómplice calla mi ausencia

Buscame en una flor

Gritá mi nombre

Usala de espada

Gritá

Aquí estoy.


Camila Silva

Epílogo del cuento Paraíso Terrenal

De esa noche en que Adán habló de sus recuerdos y tristezas ya habían pasado muchos años, (él se aproximaba a los trescientos años de vida y ella, obviamente, también). Ya casi no trabajaban, sus hijos no estaban cerca, pero todos los vivientes tenían que ver con ellos dos.

¿Cuál sería el final de ambos?

De golpe recordó algo: Adán estaba sentado debajo de los árboles disfrutando del sol tibio de la primavera. Se acercó a él.

Era un día en el que ella se había sentido feliz, casi como si pudiera volar…

Adán levantó la vista y le dijo:

-Hoy pareces más bella que nunca - Vio que traía en sus manos una cajita de madera muy bellamente decorada

-¿Qué es lo que traes allí?

-Mira dentro…

Adán quedó pálido y tembloroso; no podía creer lo que veía: dentro lucía como recién cortada de aquel fatídico árbol una de aquellas manzanas, tan lozana y fresca como si el tiempo no la hubiera tocado.

-Eva- dijo él - ¿tu pudiste extraer una?

Y ella respondió:

-Si. ¿Por qué no? Después de todo, éramos también amos de aquel lugar.

Y, sacando la manzana, se la ofreció:

-Mi amor, ¿qué te parece si comenzamos todo de nuevo?


Miriam Nieddu

A mi tejedodra

 A las seis de la mañana

marcaba todos los días.

La luna de su barriga

su esperanza delataba,

sólo por esta vivía…


De los telares, el fragor,

fue primer canción de cuna

y en el frío de aquel galpón

abrigabas mi corazón

con telas de nueve lunas.


Roberto Meneses Rosa

Qué dicha

Qué misterio la luz

cuando nos hace sentir

que por algo estamos vivos


Qué misterio la muerte

con sus secretos escondidos


Qué dicha iluminada, la mía

cuando de noche

te apareces en mis sueños

Cuando tomas mi mano

y al oído me decís

- Que duermas bien

Hasta mañana

Amor mío !!!


Leodoro Daniel Martinez

Nutro la raiz ...

Nutro la raíz abundante de memorias contigo

yendo a encontrarme con recuerdos especiales

donde se afianzan pactos de amistad.


En un tiempo de mi tiempo de raíces nutridas,

tu distancia huele a desconocimiento y

abandono.


A veces ilusión junto a Morfeo,

cómo se dará nuestro reencuentro.

Vos para mí tan conocida,

yo para vos tan extranjera.


Entonces despierto y asumo

que mi memoria es la de ambas,

y el resto es desierto sin oasis.


Lorena Domenichelli

Abierta al derrame ...

Abierta al derrame lunar y solitaria de muchas soledades, aquella noche, del más duro verano, parecía empeñada en estirar su pereza hasta las mismas puertas de su clausura.

La calle de Los Lirios, también en soledad, descansaba sobre un blanco silencio. 

En un testimonial caserón de la hueca y lejana gloria de aquel barrio, una pesada puerta se abrió, sigilosa y lenta, como respondiendo a una fuerza invisible. 

Sombreada, infinitamente irrepetible debajo del alero, comenzó a dibujarse, en el marco lunar de la contrapuerta, el abrazo de una pareja. 

La mujer, madura, esbelta, cubierta apenas con ropas muy sueltas, quizá suplicante, acaso sin aire en el prólogo de un vacío, abrazaba fuerte con una mejilla reposada en el pecho de un hombre. 

De aquel recorte compacto de sombras sobresalía la cabeza erguida del hombre. Parecía ausente del abrazo, la mirada perdida en la calle blanca, como registrando un silencio levemente hostigado por una duermevela de perros, escalonada y lejana. 

Mantuvo por unos minutos aquella mirada, intentando hacer rulos con sus dedos en el desorden de la cabellera de la mujer.

Luego la abrazó más fuerte, dijo algo muy suave con ese cantito sentimental que, habitualmente, en una probable combinación de benévolas mentiras, temores y promesas, suelen prevalecer en el desconcierto de las despedidas.

Siguió abusando de aquellas medias voces al tiempo que sus manos, lentamente, como esforzadas en disimular gestos torpes, como requeridas a sustituir palabras inútiles y estúpidas, comenzaron a desdibujar la figura en una sucesión de siluetas, infinitamente irrepetibles también.


Miguel Longo

Búsqueda

¿Hacia dónde vagas alma mía?

No alcanzo a seguir tus huellas

Saltas, corres y te estrellas

Entre piedras y raíces, te desvías.


Quisiera palpar tu loco destino

rumorosa y verberante, fuente infinita,

en mil gotas cristalinas tu esencia palpita.

Cual brioso corcel devorando el camino.


Vas delante enhebrando sueños,

casi como el fuego consume los leños.

Quiero atraparte con tal frenesí,


que, en mi intento, ya te siento mía.

Voy a tientas confiada en mi porfía,

me descanso y otra vez, de nuevo te perdí.


Marta Estigarribia

Naufragio

En una alquimia de viento y sal

dejaré que mi llanto naufrague

en tu delirio de espuma.

Mientras el horizonte abre grietas

para guardar los nombres

de quienes ya no están,

aquellos que dejaron huellas

en tu arena y en mi piel.

Y cuando el rumor de sus voces

cabalgue tus olas y mi tiempo

se vuelva temblor de agua y sol,

dejaré que mi llanto naufrague

en tu delirio de espuma.


Martha Barrientos

Mariposas

Aparecen mariposas

que aletean

desde el vientre

y palabras cercanas

asaltan recuerdos

vuelven las ganas

Mariposas que aparecen

aletean

trepan

se agolpan

y copan el pecho

y alcanzan las bocas

Mariposas aparecen

aletean

y aguardan ansiosas

en busca del momento

en que tu boca

sea mi boca


Fredy Wilson Acosta Techera

Galácticas

 

Las Galácticas son hermanas

que se mecen con gracia en la ronda.

Belleza, júbilo y abundancia es su lema.

¿Cuál será el nuestro, Hermanas?


Las Galácticas nos convocan

a danzar en su universo de color

Ante semejante inmensidad

¿fallará nuestro horizonte, Hermanas?


Vivimos con una certeza

fragilidad, desintegración y olvido.

En nuestra humana deriva

¿un abrazo podría sostenernos?


Laura Domínguez

La flor del granado

Pequeña y frágil, parecías un diminuto farolito, lucías orgullosa entre las hojitas verdes del pequeño árbol.

En los días, en que volvió el frío, el viento y la noche se hizo helada, creí que te vería derrotada, pero tú seguías ahí, pegadita a la rama del granado.

Luego nuevamente temí por ti, pensé que no soportarías, aquel granizo inoportuno de primavera, que te golpeó algunos minutos sin piedad. Corrí para saber cuál había sido tu suerte, y te vi triunfante, estabas allí, “sigue así, sigue valiente que vencerás”, en susurros te dije.

Llegaron luego, días cálidos, tranquilos, de sol. Días de aroma, días en que todo era alegría, las abejas y las mariposas, volaban de aquí para allá posándose en todas las flores del jardín, también a ti te visitaban, para libar de tu néctar, ¡que imaginé el más dulce de todos!

Fue muy pronto cuando observé, que te convertiste en un pequeño botoncito verde, dejando en libertad los pétalos rojos, para que volaran libremente con el viento de la mañana, tiñendo el suelo con suspiros de ilusión.

Volví a hablarte, “hermosa transformación”, ¡te confesé admirada!

Cada día iba expectante hasta tu árbol, para observar esa maravillosa metamorfosis, ahí estabas, creciendo rápidamente, vigorosa y sana.

Luego me preocupó, el viento arrachado que de pronto llegó y que alegría ver, que seguías fuertemente pegadita a la rama que te sostenía.

También esos días pasaron, nuevamente regreso el sol y el calor, fue así, que de pronto te vi convertida en una fruta adulta, de cáscara árida y cada vez más dura, totalmente cerrada, impidiendo que nada ni nadie, invadiera tu mundo interior.

Transcurrieron las semanas, creciste enormemente, la rama que te alimentaba, se dobló por tu peso.

Un día, al acercarme, vi en tu superficie una con profunda grieta, era una enorme herida dolorosa.

Luego comprendí, que te habías abierto al mundo, mostrando esos granos rojos brillantes, unos al lado de los otros, jugosos, tentadores, llenos de color y de vida.

Fue así como lograste tu victoria, don de la divina naturaleza, pronto dejarías libre tu fruto, para que poco a poco se esparcieran por en tierra, para dar lugar a nuevas plantas, a nuevos hijos de tus entrañas de árbol, nuevas vidas de la madre tierra, nuestra querida Pachamama.


Lydia M. Balbuena

Se reveló ...

Se reveló como la sombra de un pájaro gigante, un ave de rapiña o un vampiro, dijeron los más pesimistas. Y así permaneció con las alas extendidas, primero fueron las tinieblas, luego ocultó al sol, y poco a poco ensombreció la vida.

Frágiles, las flores fueron las primeras víctimas, se desprendieron de sus tallos y cayeron rompiéndose los pétalos, murieron olvidadas. 

Las puertas temerosas se rindieron ante el invisible peligro y se cerraron. Mientras, el miedo se iba apoderando del cuerpo y el alma de los humanos.

Encerrados no lograron prever las consecuencias de ese nuevo mundo. Sin darse cuenta fueron involucionando, doblegados de soledad, desnudos de protección regresaban al estado fetal refugiándose en el nido materno.

Todo fue oscuridad y tibieza. Tal vez un día cualquiera, un milagro los daría de nuevo a luz devolviéndoles la vida robada.


Sylvia Zúñiga

Solitaria ...

Solitaria

como una roca del olvido

en la arena de aquella playa

junto al mar que todo lo entrega

y todo se lleva

deja la nostalgia

del día en que tú y yo

disfrutamos del amor prohibido

que naufragó cual barco en alta mar

sólo queda la risa sarcástica

estridente

que lastima el recuerdo.


Gabriela Ruibal